Se funde la nieve, aullan las luces navideñas y taconean los perros callejeros.
Nos cruzamos y te sonrío, te abrazo; quizás te diga algo hermoso.
Pero por dentro de mí me río de mi desgracia, de la sangre de tu labio inferior,
de la certeza de que ambos merecemos morir pero no hay sitio para los dos en el infierno.
jueves, 17 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Curioso... ayer me acordé de vos, y hoy publicaste jeje.
ResponderEliminarNo pases mucho frío, y escondete en tu infierno, que seguro que hace calorcito.
Felices días
Te sorprendería lo espacioso que es el infierno...
ResponderEliminarBesos cuiadosos